El cuarteto de rock pop explora la virtualidad como concepto y se sumerge entre lo contemporáneo y la nostalgia para tocar lo profundo a través de la canción.

El cuarteto de rock pop explora la virtualidad como concepto y se sumerge entre lo contemporáneo y la nostalgia para tocar lo profundo a través de la canción.


En pleno auge de la revolución tecnológica de las IAs, Dharma y Flora lanzó su tercer disco de estudio, Conversaciones con tu inteligencia artificial, compuesto de diez tracks que se mueven entre las baladas románticas, el indie pop y un rock retro.

El álbum comienza con “La carrera”, una canción de matices oscuros como íntimos. Capaz de arremolinar la atmósfera y generar un mood de expectativa, los instrumentos distorsionados serán apenas un anticipo de lo que podría ser un sello característico del disco. Es importante destacar el rol de esta primera pieza, la cual connota de una forma especial: abre las conversaciones en el sentido más literal y anticipa, se dan en simultáneo tal como pasa en redes sociales.

Es difícil ignorar sensaciones familiares flotantes con nombres propios como Wallows y Phoenix. “La carrera” era apenas uno de los cinco tracks desconocidos, considerando los cinco adelantos del material que ya estaban circulando desde el año pasado. La reproducción sigue con “Rojo suaviñon”, el último de los adelantos del 2022: una declaración nocturna, lo íntimo sale de lo interior a través de una melodía extrovertida como pasaje a la acción. La lírica empieza a tomar protagonismo, la conversación sale de la retórica y aparece el “otro” como vínculo. Mientras el beat, cómplice necesario, junto a los sintes van expandiendo un paisaje exterior para cerrar con una secuencia de teclado que da apertura a una sensación contemplativa: no hay retorno sin repetición ni repetición sin final. Es para reconocer la línea de bajo en el desarrollo del disco, capaz de generar texturas aún en los planos más explícitos de la letra y el concepto.

En “Mírame”, tercer track, aparece el primer feat y se suma Josearmen como una fina complicidad para empezar a reverberar el encuentro, el contacto en un pop baladesco que se entraña sobre el final, con un monólogo de guitarra que entrecierra ojos para ver mejor lo que pasa más allá de lo que no se dice.

tapa conversaciones con tu inteligencia artificial

Para “Amigos” se da la segunda y última colaboración que será con Cítrico. Se hacen presente unos samples de naturaleza viva, como de parque, continúa la exterioridad del álbum y lo sensitivo se acentúa como quien encuentra una desintoxicación de pantalla. Sin embargo los tópicos se mantienen abiertos como en pestañas de un navegador en el cual solo funciona la música pero no dejan de ocupar lo inmediato: amistad, memoria, amor y magia. La atmósfera es cautivante en este punto, parece ser un punto de descanso en lo narrativo del concepto, el instrumental ocioso, tan relax and chill es oportuno, parece ser una ventana abierta en el medio del disco.

Ya para la mitad final de Conversaciones con tu inteligencia artificial aparece “Cuando crezca” como un interludio acústico exponiendo un aspecto sensible. Guitarra y voz -nada más elemental-, una reflexión que desactiva notificaciones para atender la nostalgia más tangible de una despedida. Luego, empezaría a cerrar el concepto “Noviembre”, la primera canción que vio la luz el año pasado. Fruto de un enamoramiento intenso, de aquellos que solo pueden respirar a través de una canción y que apuntalan ideas en cuanto a cómo será el “todo” que, tras escuchar este disco, puede aparecer virtual antes que real. Esencialmente amor y ansiedad es lo que atraviesa el argumento que se extiende también con un videoclip en el que se ve a los protagonistas arremeter contra quien canta como un revés paradójico en el cual se plantea la canción desgarrada en manos de quienes la escuchan.

Con “Tour gastronómico” el relato se va cerrando, vuelve el romanticismo inconsciente. Actúa como contrapeso a la noción de aquello inmanejable que transmite “Noviembre” para enfatizar en lo metódico, lo lineal y temporal. Como surgida de un fogón, se da luminosa y cálida con una guitarra que estimula y libera los hombros y las palmas que bien pueden sumarse al escuchar.

Para “Llamala” las primeras reminiscencias son de Allison y Blink-182, quizás toda aquella época de principios del 2000 con esa matiz irreverente y adolescente. La voracidad de lo virtual se plasma en lo que no se puede retener, en lo que se anhela hasta llegar a una inevitable conclusión: las redes sociales también pueden invisibilizar. La inconformidad aparece como un denominador común en el agotamiento que implica estar en contacto y estar distante.

Ya con “La premonición” se acerca el final, bien lo anuncia una de sus estrofas. Como crónica de una muerte anunciada las sensaciones, todas, se encuentran en un punto de inflexión. El video oficial adhiere una capa de metáfora con la desnudez de los músicos, como quien dice tal como llegaron al mundo o tal como llega una canción al mundo. Su estribillo se condensa e impacta de forma tal que es posible comprobar a piel lo real de no poder sacar una conclusión de lo que acaba.

Así, con “Tu adicción” concluye el material expiándose de los límites, encontrando el punto erógeno en medio de tanto delay que propone la interacción digital que, por momentos, carece de feedback y hace que uno quede a merced de la propia ficción. La melodía se presenta tradicionalmente electrónica y pop, cumple el propósito de prolongar el juego de seducción sin exigirlo. Este disco fluye por inercia de la creación, como en una implosión todo va hacía adentro aunque nunca deja de mirar afuera, así sea a través de una pantalla.


Podés escuchar Conversaciones con tu inteligencia artificial y más lanzamientos del 2023 en nuestra playlist de Spotify.